Como profesora escucho mucho a padres y profesores decir que los modelos que tienen los niños no son los indicados. Se complican pensando cómo ayudarlos en la formación de valores (hoy llamados “objetivos transversales”).
Para los chilenos, basta que miremos un poco la historia, esa que por alguna oscura razón se ha sacado de los libros escolares:
Queremos que nuestros niños sean buenos hijos: Veamos el ejemplo de Arturo Prat Chacón, hijo preocupado, cariñoso y atento con su padre enfermo, generoso más tarde con su madre, compartiendo con ella su sueldo, privándose de placeres legítimos.
Queremos que nuestros niños sean buenos alumnos, perseverantes y esforzados: Miremos nuevamente al niño Arturo Prat, con problemas de timidez y de aplicación matemática. Pues bien, se propuso estudiar, venció las dificultades y terminó como primer alumno de su curso.
Queremos que nuestros niños sean “ciudadanos comprometidos”: Miremos nuevamente al oficial de marina Prat. No conforme con todo su aporte profesional a la Marina, estudia leyes y además se dedica a hacer clases gratuitamente en una escuela para adultos.
Queremos hombres valientes, decididos, que no trepidan ante las dificultades: Miremos al joven Prat, que aún antes de cumplir 18 años, combatiendo por su Patria en la guerra contra España, le escribe a su madre: “Hoy la senda de la gloria se nos presenta a la vista, nadie vacila en seguirla, todos la desean, pues en Chile no es conocida la cobardía y en nuestros buques se la desprecia”.
Queremos hombres que sean capaces de formar una familia: Prat siempre se preocupó de su Carmela y con gran fe, cuando muere uno de sus hijos, a pesar del dolor tremendo que sufre, es capaz de decir : “Dios nos guía y lo que sucede es siempre lo mejor que puede suceder”.
Queremos chilenos que estén dispuestos a “jugarse” por sus valores: Prat, apenas supo que se quedaba a cargo del bloqueo, ya avisa a Williams Rebolledo que si viene el Huáscar lo aborda. No duda el 21 de mayo, sacrificando su vida por la Patria.
Y este fue el hombre que encendió las voluntades y el heroísmo, primero de toda la tripulación de la Esmeralda y pocos días después, en cuanto se conoció su gran valor, de todo Chile. El fue el que movió a nuestra Patria a ganar la guerra.
Me pregunto, ¿no será tal vez oportuno volver a resaltar su vida?
María del Carmen Letelier
Profesora básica
Profesora básica
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