Mucho se ha cuestionado el fallo del Tribunal Constitucional que determinó la prohibición de la entrega de la pastilla Postinor 2 o del día después. A mi me parece una luz de esperanza entre las tinieblas. En un país que cada día se cuadra más con la dictadura del relativismo moral o mal llamado “progresismo”, haber logrado eliminar la entrega pública a menores de 14 años, es un paso de sensatez ante tanto caos imperante.
Nadie ha pensado en que el fármaco pueda ser abortivo o cancerígena, (hay estudios que avalan aquello), sólo se quedan con respuestas tan básicas como “no esta comprobado” o “cada uno hace lo que quiere con su cuerpo”. Eso me parece tan simplista y poco acertado para quienes no entienden que el cuerpo es lo más sagrado que tenemos y hay que cuidarlo y sobretodo respetarlo.
Nadie entiende que las personas que aprobaron el fallo, y las que los respaldaron desde el congreso, concuerdan que se trata de un deber moral proteger la vida, siempre y ante todas las cosas, con mayor razón si se trata de un bebé que en el futuro podría convertirse en un hombre destacado en el mudo de las ciencias, humanidades o del arte en general. ¿Matarías a un probable genio o simplemente una gran persona?, ¿harías lo mismo con una persona común y corriente?, ¿incluso con discapacitados?, etc., yo creo que no.
Nadie ha pensado que al prohibir la píldora se están evitando numerosos incestos en poblaciones populares de Chile, donde muchas niñas son violentadas sexualmente por alguno de sus padres, padrastros o familiares, quienes cobardemente ven en la píldora una continuidad para sus asquerosas acciones.
Yo soy padre, mi hija Isidora acaba de cumplir un año de vida. Nunca me hubiese perdonado haber hecho algo para que ella no existiese, es el amor de mi vida. Además soy católico, y comparto junto a los otros cristianos de otras religiones la necesidad de proteger la Cultura de la Vida, que es como lo decía el querido Juan Pablo II, la Cultura del Amor.
Ésta lucha recién comienza, muchos amigos me dicen que pierdo mi tiempo nadando contra la corriente ya que la sociedad chilena avanza a pasos agigantados hacia una cultura agnóstica, donde los valores morales no tienen ningún sentido. Yo creo que en verdad están muy equivocados. La batalla no esta perdida, solo se trata de perseverar, y con harta Fe las cosas pueden cambiar, ya que ésta mueve montañas, y ¿por qué no corazones?
Nadie ha pensado en que el fármaco pueda ser abortivo o cancerígena, (hay estudios que avalan aquello), sólo se quedan con respuestas tan básicas como “no esta comprobado” o “cada uno hace lo que quiere con su cuerpo”. Eso me parece tan simplista y poco acertado para quienes no entienden que el cuerpo es lo más sagrado que tenemos y hay que cuidarlo y sobretodo respetarlo.
Nadie entiende que las personas que aprobaron el fallo, y las que los respaldaron desde el congreso, concuerdan que se trata de un deber moral proteger la vida, siempre y ante todas las cosas, con mayor razón si se trata de un bebé que en el futuro podría convertirse en un hombre destacado en el mudo de las ciencias, humanidades o del arte en general. ¿Matarías a un probable genio o simplemente una gran persona?, ¿harías lo mismo con una persona común y corriente?, ¿incluso con discapacitados?, etc., yo creo que no.
Nadie ha pensado que al prohibir la píldora se están evitando numerosos incestos en poblaciones populares de Chile, donde muchas niñas son violentadas sexualmente por alguno de sus padres, padrastros o familiares, quienes cobardemente ven en la píldora una continuidad para sus asquerosas acciones.
Yo soy padre, mi hija Isidora acaba de cumplir un año de vida. Nunca me hubiese perdonado haber hecho algo para que ella no existiese, es el amor de mi vida. Además soy católico, y comparto junto a los otros cristianos de otras religiones la necesidad de proteger la Cultura de la Vida, que es como lo decía el querido Juan Pablo II, la Cultura del Amor.
Ésta lucha recién comienza, muchos amigos me dicen que pierdo mi tiempo nadando contra la corriente ya que la sociedad chilena avanza a pasos agigantados hacia una cultura agnóstica, donde los valores morales no tienen ningún sentido. Yo creo que en verdad están muy equivocados. La batalla no esta perdida, solo se trata de perseverar, y con harta Fe las cosas pueden cambiar, ya que ésta mueve montañas, y ¿por qué no corazones?
Harold Briceño M.
Periodista