“Insólito y abrumador es el panorama que nos entrega la política desde que se dio a conocer el dictamen de Contraloría. Siento como se desató esa aprensión mediática hacia el valor democrático y la legalidad pasó de ser un término de moda a otro más bien incómodo”.
La píldora abortiva.
Cuesta escribir estas líneas, pues son sinónimo de quiebre institucional, son muestra de que todo ese afán democrático, esa verborrea de la libre expresión, etc. son una gran y cruel mentira, si, tal como dice la vieja canción. ¿Porqué?
1.- El dictamen se dicta en estricto cumplimiento de la normativa vigente que prohíbe a las municipalidades meter ese gol tan codiciado por los cultores de la muerte.
2.- Cuando se considera la duda razonable de que la píldora sea efectivamente abortiva, lo que se quiere decir es: “será abortiva si se consume una vez producida la concepción, ¿cómo saber eso? No se puede. Ergo, si el respeto a la vida es un principio fundamental de nuestra cultura, no nos conformemos con posibilidades: no debe haber píldora”. Ahora más, las políticas del Estado no pueden obligar a sus imperados a cometer una injusticia donde exista la duda razonable, así, los derechos fundamentales de todos los relacionados ¿Dónde están? O sólo lo veremos como “daño colateral”.
3.- El dictamen no discrimina a los de menos recursos ya que en puridad las farmacias tampoco pueden vender el fármaco. ¿Cómo? Si han buscado burlar el fallo del Tribunal Constitucional en las municipalidades ¿Qué duda puede haber de que también lo han hecho con las farmacias? ¿Cómo? Si no se discute con respecto a las farmacias y si a las municipalidades, consultorios y ONG´s se mantiene vigente esa pugna ideológica y clasista, así de simple. Ahora bien, ¿quién construye el catálogo de medicamentos permitidos en nuestro país? El Ministerio, a quien se le prohibió considerar esta píldora dada la duda razonable, por tanto, imperativo es que se restablezca el imperio del derecho y se recomponga el formulario extrayendo la píldora. Resultado: se termina con la farándula clasista y las farmacias tampoco podrían venderla.
4.- Es inadmisible que las autoridades díscolas con el fallo no sepan lo anterior. Claro que lo saben, pero en tiempo electoral es bueno remover así las aguas.
5.- Se dice que la píldora es rechazada por minorías ultra conservadoras, una gran mentira. Nuestro pueblo tiene arraigada la cultura de la vida y no está a favor de la muerte de un inocente. Cuando se habla de que estar en contra de la píldora es entrometerse en la privacidad es otra mentira. El Estado dicta políticas públicas encaminadas (en el mundo de las ideas) al bien común, considerando por tal, en un afán realista, lo que la sociedad aspira. Así, nuestra sociedad ama el valor de la vida (demostraciones como la Teletón, techo para Chile, el Hogar y el Refugio de Cristo, María Ayuda, etc. Etc. dan fe de eso) por tanto, no puede estar de acuerdo con la píldora y el Estado no puede imponer esa visión. ¿Qué dice la experiencia? No existe real demanda por el fármaco, la gente no lo usa como pregona el gobierno.
6.- Donde vemos discriminación. El Estado cobra enormes impuestos para mantener un aparato gigantesco. Ahí la madre del cordero. Cuando sabemos de interminables colas y esperas en los hospitales, operaciones diferidas, falta de especialidades, enfermedades no contempladas, cuando vemos todo ese sufrimiento encontramos discriminación en la salud, no en un fármaco que sólo busca dar una mayor dosis de placer (pero demostrado que, raramente, no se consume). La disminución del Estado se hace necesaria y que la ayuda a los más necesitados se canalice de forma distinta a la de hoy, sólo así habrá verdadero acceso a la salud.
7.- Se dicen demasiadas cosas sin sentido con respecto a la píldora. Cuesta sistematizar una respuesta ya que la misión de ellos precisamente es confundirte. Las cosas no son difíciles de entender, si hay voluntad para explicarlas.
Tomás A. Díaz H.
Presidente Juventud Muna
miércoles, 24 de junio de 2009
Quiebre institucional
Publicado por Tomás A. Díaz H. en 11:14
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