martes, 5 de agosto de 2008

Carta a los jóvenes

Redescubrir la belleza en las cosas.



Todas las cosas carecen de valores en sí mismas desde el punto de vista humano, siempre - y especialmente ahora - tan subjetivo e individualista. Lo que no perjudica el hecho de que para determinados fines siempre haya objetos más idóneos. Sin embargo, lo que quiero decir es mucho más simple, y es que para valorar algo debes recordar por qué lo estimaste inicialmente, si ello no ocurre llegará un momento en que cuestionarás tus motivaciones y decantarás en el caos.

Cada cosa cuenta con su belleza singular, si entiendes su función en el mundo, sin embargo, es claro que tal aspiración es simplemente utópica, porque uno, limitado como hombre, no puede saber ni menos entender todo. Ahora, cuando hablo de belleza, no me limito a la estética, sino a la maravillosa utilidad que presta cada elemento para la función orgánica del mundo, así, contento debes estar si a lo que le desconoces su función natural, le permites desarrollarla sin disputa.

Por tanto, cómo llegas a disfrutar y sensibilizarte con la belleza de las cosas: viviendo de acorde a las virtudes, que son la expresión natural del buen hombre. Sin embargo, comprendemos que tal aspiración, al menos en principio, parece muy complicada, casi igualmente utópica como la de saber y comprenderlo todo, mas, ello no tiene porque ser frustrante si contamos con la ayuda del Creador, quien por medio de sus enseñanzas, nos invita al estado contemplativo, es decir, amar profundamente su creación.
Sin embargo, comenzar a teorizar y establecer reglas respecto a la belleza propia de las cosas en un país como Chile, único en el mundo en cuanto a su biodiversidad y paisajes se torna ocioso, ya que sólo contemplar la maravilla natural que nos concede la patria debería bastar para aceptar que la belleza existe en todo, al cumplir cada parte con su misión en la globalidad de misiones del mundo, o acaso ¿quien no siente en sí misma la obra de Dios, frente a tanta maravilla?.


Por tanto, nos toca preguntarnos, ¿cual es nuestra misión?, ¿cual es la belleza propia de ser jóvenes?.
Les invito a descubrirlo juntos.






Tomás Andrés Díaz Hormazábal
Pte. Juventud MUNA


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