martes, 19 de agosto de 2008

Falta de respeto desde lo más simple.

Difícil es comenzar las siguientes líneas sin sonar hasta cierto punto un tanto apocalíptico, sin embargo trataremos de conciliar lo que a simple vista parece una batalla perdida, para darle la mera importancia de una moda mal implantada y que inexorablemente por su propio peso deberá caer.

En el mundo de hoy se le da al concepto “individualismo” una interpretación muy equivocada, al punto patético de, por ejemplo, considerar la vida del que esta por nacer como una vana prerrogativa de la madre, al rebajarse el sustento de aquella vida y alma, a la voluntad de ésta. Sin embargo, tal expresión del individualismo para cualquier persona con un mínimo de conciencia debería representar una opción inaceptable.

Por tanto, la intención que buscamos hoy es mucho más sutil, al ir en busca de aquellos actos que realizamos cotidianamente y que claramente importan un abuso antipático en contra de la intimidad del resto.

Y es que hay un caso sumamente repetitivo día a día y de corte totalmente transversal, cual es oír, sin importar el lugar, música en altavoz, lo que importa una conducta displicente contra el resto, como si mi derecho a oír lo que quiera fuera más importante que el de todos quienes me rodean.

Frente a tales actitudes de inadaptación social pueden darse múltiples críticas, desde practicas como “no hacer con otros lo que no se quiere que se haga con uno”, o de orden sociológico como el “deber de conducta social”, pasando por jurídicas como los “deberes de vecindad” tomados en un sentido amplio, y por supuesto de orden moral “procurar no hacer daño”. Sin embargo, pensamos que el motivo de tales conductas no obedece necesariamente a un estímulo vicioso per se, sino a un concepto de individualismo absoluto que me permitiría superponer mis caprichos a la tolerancia del resto. Pero, ¿pueden imaginar los resultados de la masificación de lo anterior, es decir, convirtiendo lo que parece superfluo en un problema institucional de gravedad?. Imaginen que van en una micro, donde el de atrás escucha reggaeton, el de adelante escucha hip hop y el de más allá algún ruido indescifrable, ¿qué les limitaría a Uds. a reproducir y escuchar lo que quisieran? tornando intolerable la tranquilidad del viaje del resto. Por otro lado, quienes realizan lo anterior son jóvenes como nosotros, quienes seremos el Chile del mañana, mas, ¿que mañana puede sostenerse bajo una sociedad indolente al mínimo respeto hacia el prójimo?. Así las cosas, esta moda que por su propio peso debería caer con el paso del tiempo de todas maneras podría sembrar en el corazón de gente tibia un estado general de indiferencia.

En resumen, regreso a lo que ya dijéramos respecto de buscar el sentido de las cosas y especialmente el nuestro dentro de la creación de Dios, ya que sólo de esa forma podremos entender el real significado de la maravilla del individualismo bien concebido, y dejar de lado esta tendencia que ataca contra las virtudes más bellas del ser social.

Juventud MUNA.

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